El misterio de la Navidad. Dejémonos tocar por la ternura que salva
Ya llega, ya viene, ya nace el Niño Jesús. Dentro de unos días será Navidad, y en ella el Señor viene a visitarnos. Es verdad que no sólo quiere venir en estas fiestas, pues nos quiere visitar todos y cada uno de los días de nuestra vida, y se quiere encontrar con nosotros en la intimidad de nuestro corazón.
Aunque también es cierto que en el misterio de la Navidad revivimos que Dios se ha hecho visible, se ha hecho carne para que conociésemos su amor, para nuestra salvación y el perdón de los pecados, por ello recordamos y celebramos el modo en el que ha querido venir al mundo: pequeño y pobre.
No podemos olvidar la particularidad de la Navidad de este año, marcado por la pandemia. En estos días, mientras corremos para hacer los preparativos de estas fiestas, se habla mucho de salvar la Navidad, pero en realidad es la Navidad la que nos salva a nosotros.
“Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”, pronuncia Zacarías en su cántico (Benedictus), y no hay pandemia que pueda apagar esta luz. Eso es lo que ofrece esta Navidad: luz y esperanza.
Decíamos antes que el Niño Dios nace pobre. Su familia no encuentra a nadie que los reciba, tampoco hay lugar para ellos en la posada, por lo que ya, al nacer, es ignorado y despreciado, igual que hace este mundo con los pobres, los necesitados y los vulnerables.
“¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios!”, dijo el Papa Francisco (18-05-16), “la misericordia de Dios hacia nosotros está relacionada con nuestra misericordia hacia el prójimo; cuando falta esta, también aquella no encuentra espacio en nuestro corazón cerrado, no puede entrar. Si yo no abro de par en par la puerta de mi corazón al pobre, aquella puerta permanece cerrada. También para Dios. Y esto es terrible”.
Pero los cristianos sabemos, porque así nos lo enseña la Iglesia, que Dios está en los pobres. El mismo Jesús nos dice: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt. 25,40), y por eso en ellos se encuentra el verdadero pesebre.
Caridad y justicia social
Cabe recordar que los principales objetivos pastorales de nuestra Diócesis para este curso en el que nos encontramos son la caridad y la justicia social. Precisamente ahora, con las graves consecuencias de la pandemia como son la crisis económica, laboral y social que está arrastrando a miles de personas y familias, también suponen una doble crisis para los más pobres.
Ante esta situación, a través de la campaña «Esta Navidad, más cerca que nunca», Cáritas Diocesana tiene el objetivo “de movilizar a las comunidades cristianas y a toda la ciudadanía a actuar ante las circunstancias de precariedad y soledad de las personas más vulnerables, y a ser capaces de despertar a ese compromiso que todos llevamos dentro.
También Manos Unidas Castellón está llevando a cabo la campaña “Tus pesetas pueden salvar vidas”, con el fin de recaudar fondos para los proyectos asumidos en Camerún y Haití.
Por otra parte, la Pastoral Penitenciaria ha lanzado la campaña de Navidad «invisibles por la pandemia», con la que hacer visibles a los presos y a sus familias, ya que éstos están al final de la lista en todo tipo de ayudas. Las aportaciones pueden realizarse por transferencia bancaria a CAJAMAR ES38-3058-73-07-102720003580 o por BIZUM al 01215.
Carta apostólica `Admirabile signum ́
¿Cómo nos preparamos para el nacimiento del Hijo de Dios?, un modo sencillo es montar el Belén. El año pasado, el Papa Francisco nos explicó el significado y el valor de cada uno de sus elementos en la Carta apostólica `Admirabile signum ́, además de invitarnos a redescubrir y revitalizar esta tradición navideña.
- El cielo estrellado: Jesús trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento.
- La naturaleza: la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías.
- Los ángeles y la estrella: son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para adorar al Señor.
- Los pastores: son los más humildes y los más pobres, quienes saben acoger el acontecimiento de la encarnación.
- El palacio de Herodes: está al fondo, cerrado, sordo al anuncio de alegría.
- Gente común: representa la santidad cotidiana, la alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días.
- La Virgen: no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica.
- San José: un hombre justo que confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica.
- El Niño Jesús: nos muestra a Dios tal y como ha venido al mundo, nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la de Dios y a ser discípulos suyos si queremos alcanzar el sentido último de la vida.
- Los Reyes Magos: hombres ricos, sabios y sedientos de lo infinito. Emprenden un largo y peligroso viaje, y no dudan en ponerse de rodillas y adorar a Jesús.
- El oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura.