Resultados económicos de Manos Unidas de Segorbe-Castellón en 2023
Manos Unidas de la Diócesis de Segorbe-Castellón ha presentado sus resultados económicos correspondientes al año 2023, destacando una recaudación total de 493.368,02 euros, gracias a la generosidad de socios, particulares, instituciones y diversas actividades.
En cuanto al origen de los fondos – como se puede observar en la imagen inferior -, las principales fuentes de ingresos provinieron de actividades, socios, subvenciones, parroquias, instituciones religiosas y herencias. Aunque otros aportes significativos provinieron de particulares, colegios, empresas, anónimos y emergencias.
Respecto al destino de los fondos, Manos Unidas Segorbe-Castellón destinó lo recaudado a proyectos financiados (82% del total), a sensibilización (4%), gastos de gestión (6%), y a proyectos asignados a la central (8%).
Desde Manos Unidas de Segorbe-Castellón agradecen profundamente a la sociedad por su solidaridad y apoyo constante, subrayando que estos fondos permiten financiar proyectos que marcan una diferencia significativa en las vidas de los más necesitados. La organización reafirma su compromiso con la transparencia y la gestión eficiente de los recursos recibidos.
Manos Unidas destina 42,5 millones de euros a combatir la pobreza, el hambre y la desigualdad en el mundo, beneficiando a 1,2 millones de personas vulnerables en 2023
Por otra parte, Manos Unidas presentó ayer su Memoria de Actividades correspondiente a 2023 en un acto celebrado en la Asociación de la Prensa de Madrid. La ONG de la Iglesia Católica rindió cuentas del trabajo realizado el año pasado en el ámbito de la educación para el desarrollo, a través de la sensibilización, y en temas de financiación de proyectos de cooperación.
La presidenta nacional de la organización, Cecilia Pilar, en la presentación de la memoria, hizo referencia a la situación de 2023, “como un año convulso que estuvo marcado por unas guerras que han condenado al olvido a otros muchos conflictos que se viven en nuestro planeta y de los que poco se habla…Con esto, una vez más quedan patentes esas grandes desigualdades que dividen y separan a las poblaciones con una brecha, aparentemente, insalvable”.
La labor de Educación para el Desarrollo de Manos Unidas, y el trabajo de sus 72 delegaciones diocesanas y más de 500 comarcales, ha servido para denunciar y dar a conocer esas estructuras, comportamientos y estilos de vida, totalmente instalados y perpetuados en nuestro día a día y que conforman esa «economía que mata», a la que siempre se refiere el Papa. Con ese fin, la ONG puso en marcha la campaña “Frenar la desigualdad está en tus manos”.
En 2023 Manos Unidas contó con el apoyo de casi 71.500 socios y colaboradores –empresas, entidades, colegios, parroquias, organismos públicos e instituciones comprometidas- y con el trabajo desinteresado de más de 6.400 voluntarios.
El pasado ejercicio, la organización aprobó 550 nuevos proyectos de desarrollo en América, África y Asia por un importe de más de 40 millones de euros (6 millones más que en 2022). Este trabajo ha beneficiado de manera directa a más de 1,2 millones de personas en 51 países.
La ONG de la iglesia recaudó en 2023 casi 47,5 millones de euros, de los cuales, un 90,8 por ciento (casi 42,5 millones de euros) provienen de donaciones de privadas y un 9,2 por ciento (casi 4,3 millones) lo hacen del sector público: la AECID, la Unión Europea y administraciones autonómicas y locales.
El presupuesto de las iniciativas del sector ‘derechos humanos y sociedad civil’, que se enfoca en los derechos de la infancia, refugiados y migrantes y la construcción de paz, entre otros aspectos, se incrementó en un 20% en 2023.
En la presentación de la Memoria, que se desarrolló con el lema “Desigualdad, pobreza y migraciones”, se han dado a conocer algunas de las iniciativas que abordan la realidad de las migraciones y cómo la organización, junto a sus socios locales, pone en marcha iniciativas para que las personas más vulnerables no se vean obligadas a abandonar sus comunidades y sus países, debido a la violencia, la pobreza, el hambre y la vulneración de sus derechos.
Los proyectos de educación y de asistencia psicológica a niños y jóvenes víctimas o en situación de riesgo de tráfico humano y de explotación en Camboya; las actividades de prevención y reducción de los riesgos ligados a la migración irregular o de integración socio-profesional de los migrantes retornados a Senegal, y las iniciativas de seguridad alimentaria y desarrollo profesional para que el pueblo haitiano pueda vivir con dignidad, a pesar del hambre y la extrema violencia que se vive en el país y la vulneración de sus derechos humanos, son algunos de los ejemplos del trabajo de Manos Unidas en 2023.
Manos Unidas lucha contra el trabajo infantil a través de proyectos que erradican y previenen la pobreza, ofreciendo educación y formación para proteger los derechos de los menores.
De los 160 millones de niños que trabajan, 79 millones lo hacen en labores peligrosas, que condicionan sus vidas y por las que reciben salarios ínfimos.
La ONG lucha desde hace 65 años para prevenir y atajar las causas que llevan a que millones de pequeños tengan que abandonar la escuela para emplearse en trabajos precarios.
Un proyecto en Togo apoya a los niños trabajadores del mercado de Hanoukope y ofrece formación y capacitación a mujeres vulnerables y asistencia a niñas y jóvenes víctimas de la violencia y los malos tratos.
Hoy, día 12 de junio, se conmemora en Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Una lacra en la que están involucrados 160 millones de niños en todo el mundo y que, para Manos Unidas, solo puede combatirse con educación y con políticas que garanticen la protección de los menores y la erradicación de la pobreza.
De los 160 millones de niños que trabajan, 79 millones lo hacen en labores peligrosas que condicionan sus vidas y por las que reciben salarios ínfimos. “Estamos hablando de niños y niñas que realizan trabajos domésticos casi esclavos, sin descanso y en medios insalubres; de trabajos agrícolas, de sol a sol, que requieren grandes esfuerzos; de trabajos industriales o mineros en los que utilizan herramientas y materiales que ningún niño debería manejar o de decenas de miles de “niños soldado” reclutados por grupos armados regulares o irregulares, asegura Waldo Fernández, del departamento de estudios de Manos Unidas.
Pero hay otras formas de trabajo infantil en las que también están involucrados adultos sin escrúpulos y que mueven al año 23.500 millones de euros. “Nos referimos a los más de 1,2 millones de menores víctimas de tráfico infantil”, explica Fernández. “Y a los niños y niñas involucrados en redes de comercio sexual, las niñas casadas y destinadas al trabajo doméstico desde temprana edad, o los que trabajan en las fábricas”, enumera.
Todos estos pequeños se ven privados de su infancia, de su derecho a jugar y de su crecimiento físico y mental. Muchos de ellos deben abandonar la escuela, sufren traumas psicológicos y tendrán muchas menos posibilidades de progresar y de abandonar el círculo de la pobreza.
Para Manos Unidas, la pobreza está en la base del trabajo y las esclavitudes infantiles y es un deber de todos los ciudadanos del mundo erradicarla y prevenirla. “Porque, aunque la explotación y la esclavitud infantil se den fundamentalmente en los países más empobrecidos, están presentes en nuestro día a día, en nuestra ropa fabricada en condicione infrahumanas, en nuestros teléfonos móviles…”, denuncia Waldo Fernández.
Los más de 500 proyectos de desarrollo que apoya Manos Unidas cada año tienen como fin disminuir la brecha de desigualdad que separa a ricos y a pobres. “Queremos ser parte de esa transformación que necesita el mundo, que permita a todos los seres humanos vivir con dignidad”, asegura Fernández. Manos Unidas lucha desde hace 65 años para prevenir y atajar las causas que llevan a que millones de pequeños tengan que abandonar la escuela para emplearse en trabajos precarios y mal remunerados. Ante al trabajo infantil, no hay lugar para la indiferencia.
Combatir el trabajo infantil en Togo
El mercado de Hanoukope se encuentra en las afueras de Lomé, capital de Togo. Por el medio del mercado pasa un tren de vía estrecha que transporta carbón y llena el ambiente de polvo negro y humo. La mayoría de la gente que vende en el mercado vive también en él, hacinada entre los puestos, la basura y la vía del tren. El trabajo y explotación de niños en este mundo marginal es una realidad. Por un lado, existe el trabajo esclavo de niños que son vendidos por su familia, son propiedad de un patrón y no reciben ningún salario. No van a la escuela ni tienen derechos de ningún tipo. Por otro lado, hay niños que, debido a la falta de recursos de sus padres, en vez de acudir a la escuela trabajan desde pequeños más de 12 horas al día en condiciones penosas: los chicos como porteadores de mercancías, vendedores o mecánicos y las chicas, como sirvientas, vendedoras ambulantes o en restaurantes y bares. Hay violencia y abusos sexuales no sólo entre las chicas; existen embarazos precoces, enfermedades sexuales y mucha miseria. También hay casos de abuso sexual en la familia, violaciones y víctimas del tráfico.
En el año 2004, las Carmelitas Vedrunas, socio local de Manos Unidas en el país, instalaron en medio del mercado un centro en el que llevaban a cabo trabajos de sensibilización, animación y formación entre los adultos y de acompañamiento, tratamiento psicológico y educación entre los niños. Años después, cuando el mercado se amplió y comenzó a crecer al otro lado de la carretera, pidieron apoyo a Manos Unidas para la construcción de un pequeño centro en el nuevo mercado en el que realizar las mismas actividades que en el centro anterior. Manos Unidas colaboró, también, en el pago de parte de los salarios de las educadoras, asistentes sociales y jurídicos, psicólogo y médico para el funcionamiento durante un año de los dos centros.
En la actualidad, Manos Unidas colabora con las religiosas Vedrunas en un proyecto de apoyo a mujeres adultas con falta de formación para la realización de actividades generadoras de ingresos y a chicas jóvenes víctimas de violencia y malos tratos para reinsertarlas en la sociedad a través de la educación tanto escolar como profesional, y además sensibilizar a la población en general en estos temas de violencia de género y derechos de la mujer.
Una crítica a los más poderosos y un impactante vídeo sobre una civilización al borde de la extinción, vídeos ganadores de la Categoría Escuelas del Festival de Clipmetrajes de Manos Unidas
El sábado 11 de mayo, el Festival de Clipmetrajes de Manos Unidas ha celebrado, en los cines del Palacio de la Prensa de Madrid, la gala de la final de la categoría Escuelas. En una ceremonia llena de sorpresas y emoción, se han conocido los ganadores de esta edición del festival de cortos de 1 minuto de duración.
Esta ceremonia, presentada por el periodista Fernando Martín, ha tenido un carácter festivo pues, además de congregar a representantes de los 20 colegio finalistas, que esperaban con ilusión el veredicto del Jurado, ha celebrado el XV aniversario de una iniciativa que, en estos tres lustros, ha recibido un total de 11.125 videos con los que los escolares de toda España han mostrado sus puntos de vista para cambiar el mundo.
En el año 2023, Manos Unidas aprobó 85 proyectos, por un importe superior a los 5,2 millones de euros, que contribuyeron a mejorar la salud de más de 520.000 personas
Ayer, día 25 de abril, tuvo lugar el Día Mundial del Paludismo, una jornada instituida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2007 con el objetivo de concienciar sobre esta enfermedad y poner los medios para erradicarla.
Según el «Informe Mundial sobre el paludismo», publicado por la OMS, en el año 2022 se dieron en el mundo unos 249 millones de casos de malaria y 608.000 personas murieron a causa de la enfermedad. África, con 233 millones de contagios, es el continente que concentró el 94 % de los casos y el 95 % de las defunciones. El 78 % de estas muertes se dieron en niños menores de cinco años.
El continente africano alberga al mayor número de países en pobreza. Esta es, probablemente, la causa por la que en esta región del mundo la prevalencia de la malaria, y los fallecimientos derivados de esta dolencia, sean muy superiores al resto de los continentes.
Porque, según sostiene Fidele Podga, coordinador del Departamento de Estudios de Manos Unidas, la malaria es una enfermedad de la pobreza. «Nace de la pobreza, afecta más a los más pobres, causa más pobreza y mata más a los pobres, en un círculo vicioso del que resulta difícil salir».
Podga hace referencia, además, de a la pobreza al contexto de crisis climática en el que nos hallamos, «que ha venido a exacerbar más las cosas». Porque, asegura, los aumentos de temperaturas y otros fenómenos como ciclones o inundaciones, afectan profundamente a la estacionalidad e intensidad de la malaria al crear contextos idóneos para la proliferación y actividad de mosquitos.
La erradicación del paludismo es algo complejo. Está demostrado que las estrategias de suministro de tratamientos y de prevención, no han sido suficientes para acabar con una de las enfermedades con mayor índice de mortalidad del mundo y que, desde 2015, no ha dejado de aumentar.
«Por otro lado, desde hace unos años el mundo –sobre todo el africano- vive grandes esperanzas en torno a una vacuna que podría contribuir a erradicar la enfermedad». Son dos las vacunas que estarán en el mercado desde mediados de 2024, si bien una de ellas, la Mosquirix, se ha estado experimentando durante dos años en Ghana, Kenia y Malaui, con resultados difícilmente evaluables.
«En este contexto, hay lugar para el optimismo. De eso no nos cabe la menor duda. Pero también es cierto que el desafío se ha vuelto mucho mayor. Y La malaria sigue siendo la enfermedad más mortal del continente africano», explica Podga.
Para el coordinador del Departamento de Estudios de Manos Unidas, las medidas de prevención planteadas están lejos de conseguir los resultados esperados «sobre todo porque se están dando resistencias de mosquitos a los insecticidas. En los tratamientos, se está dando también resistencia a los medicamentos. La eficacia de las vacunas ronda el 30% (RTS, S/AS01 – Mosquirix) y el 70% (R21/Matrix-M), aparte de los esfuerzos económicos que todavía suponen su producción, distribución, y acceso de las poblaciones más vulnerables».
La erradicación de la malaria es algo complicado porque sus víctimas, mayoritariamente los más pobres, no gozan de oportunidades para librarse de ella. Pues acabar con esta enfermedad exige una gestión socio-política del entorno que elimine las distintas formas de insalubridad que fomentan la proliferación de sus vectores: aguas estancadas, aguas residuales, alcantarillado deficiente e incontrolada inmundicia donde malviven millones de seres humanos.
Además, para terminar con el paludismo hay que poner en marcha «una política territorial y de vivienda que permita a las familias acceder a una vivienda digna con servicio de agua y saneamiento», propone Fidele Podga, «así como una red de alcantarillado adecuado para evitar la reproducción de mosquitos», añade.
Y, para concluir, el coordinador del Departamento de Estudios de Manos Unidas explica la necesidad de conseguir que las familias tengan ingresos que les permitan el acceso a medicamentos y vacunas, o que exista una verdadera protección social que garantice que esa vacunación llegue a todos. Porque, denuncia Podga, «la mera existencia de las vacunas no significa que sean asequibles a todas las personas».
El trabajo de Manos Unidas, tanto en Educación para el Desarrollo como en los proyectos que la ONG de la Iglesia católica lleva a cabo en más de 50 países se empeña, precisamente, en conseguir mejorar las condiciones sanitarias, de vida y de nutrición, así como el acceso al agua potable y al saneamiento ambiental y habitacional, de las poblaciones más pobres y vulnerables, que son las más afectadas por la malaria.
Sabedores de que la salud es un derecho de toda persona, con independencia de dónde vida, en el año 2023, Manos Unidas aprobó 85 proyectos, por un importe superior a los 5,2 millones de euros, que contribuyeron a mejorar la salud de más de 520.000 personas.
Coincidiendo hoy con la celebración del Día Internacional de la Mujer, Manos Unidas quiere recordar que, en pleno siglo XXI y, a pesar de los muchos avances, la pobreza sigue teniendo rostro de mujer, porque, en ningún país del mundo se ha alcanzado todavía la verdadera paridad de género.
«A lo largo de nuestros 65 años de historia, en Manos Unidas hemos sido testigo de los enormes progresos que se han producido en cuestiones de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres», asegura Mª José Hernando, del Departamento de Estudios de la ONG de la Iglesia Católica. «La mujer es hoy objeto de mayor protección legal y goza de más garantías que nunca. Gracias al esfuerzo de gobiernos e instituciones, y con el papel indispensable de la sociedad civil en el reconocimiento de la dignidad de las mujeres, sus derechos y sus responsabilidades, se han alcanzado grandes mejoras en la instrucción de las niñas y en la promoción de las mujeres, factores fundamentales para desarraigar la pobreza y promover el desarrollo», explica Hernando.
1 de cada 10 mujeres vive en pobreza extrema
Pero, el camino por recorrer hacia la paridad real de género todavía es largo. Según Naciones Unidas, día de hoy, 1 de cada 10 mujeres vive en la pobreza extrema y, de continuar las tendencias actuales, de aquí a 2030, se estima que 342,4 millones de mujeres y niñas todavía vivirán con menos de 2,15 dólares al día. De esta manera, será imposible alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, principalmente, el relacionado con «garantizar la igualdad entre mujeres y hombres y promover la autonomía de la mujer».
Para Mª José Hernando, «esa pobreza y esa desigualdad llevan a las mujeres a seguir siendo víctimas del hambre, la enfermedad, el analfabetismo y de la trata de personas, el desempleo o el trabajo esclavo. Además de sufrir discriminación y exclusión en el acceso a la tierra, en la toma de decisiones en ámbito público y privado y en el ejercicio del poder».
Por ello, los problemas relacionados con las graves violaciones de derechos humanos a las que se enfrentan las mujeres son cuestiones graves que exigen soluciones eficaces, estables y duraderas, en el marco de la construcción de sociedades inclusivas.
Manos Unidas cree firmemente que hombres y mujeres tienen los mismos derechos y han de tener las mismas oportunidades. Conscientes de ello, Manos Unidas incorpora la perspectiva de género de manera transversal en todos sus proyectos y en 2023 destinó 6,5 millones de euros a la puesta en marcha de 81 proyectos destinados a la promoción de los de derechos de las mujeres y la equidad. Unas iniciativas que, de una u otra manera, han conseguido cambiar la vida de casi 80.000 mujeres.
Una de estos programas se desarrolla en Ecuador, donde según cifras de la Alianza para el Mapeo de los Feminicidios en Ecuador, en 2023 fueron asesinadas 321 mujeres por razones de género.
Aunque pegue, aunque mate, marido es
El 8 de marzo de 2024 es el día elegido para poner en marcha, de manera oficial, el Programa «Resiliencia socioeconómica de las mujeres indígenas y campesinas de Chimborazo y Tungurahua en contexto de postpandemia» que, durante los próximos 4 años, van a llevar a cabo Manos Unidas y sus socios locales en Ecuador CESA (Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas), Fundación Maquita y Fundación Nosotras con Equidad.
El propósito de este ambicioso programa, en el que se van a invertir más de 3 millones de euros, es favorecer la resiliencia socioeconómica de las mujeres indígenas y campesinas de 38 comunidades rurales de la sierra central de Ecuador.
El programa ha sido construido y pensado con la participación de mujeres indígenas y campesinas, que, en muchos casos, son cabeza de hogar. Son ellas las que, principalmente, están asumiendo las tareas en la finca, por el éxodo del campo a la ciudad o al extranjero, que se está viviendo en las comunidades rurales. Son ellas las que realizan los trabajos de cuidados, aunque haya hombres adultos que conviven con ellas. Y son ellas las que, de manera mayoritaria, siguen padeciendo múltiples violencias: violencia física, psicológica y sexual, pero también violencia económica y violencia política.
En Ecuador, las mujeres rurales padecen múltiples discriminaciones, por etnia, por condición económica, por ser analfabetas muchas de ellas, por vivir en el campo, en comunidades alejadas de los núcleos urbanos donde tienen un menor acceso a los servicios sociales básicos y a servicios de atención y prevención de la violencia de género.
«Muchas veces estas mujeres no son escuchadas en sus comunidades, no cuentan con la confianza y seguridad para expresarse libremente sin que los hombres, ya sean compañeros, vecinos o familiares, se rían de ellas, si es que titubean al hablar en público», explica Jessica del Olmo.
Casi el 63 por ciento de las mujeres rurales de Ecuador han vivido algún tipo de violencia física, psicológica, sexual, económica o patrimonial. «Y es que –asegura Del Olmo-, en estos entornos la violencia se entiende como algo naturalizado y, por tanto, se tiende a justificarla o culpabilizar a las mujeres por ella».
Dos son los objetivos principales que se ha propuesto este programa: fortalecer la autonomía económica y social de las mujeres indígenas para que puedan disponer y decidir sobre su dinero y mejorar los niveles de convivencia social, fomentando la cultura de paz y la vida libre de violencia. El próximo 8 de marzo, las mujeres de Chimborazo y Tungurahua, «recordaremos que tenemos que seguir luchando por nuestras hijas, nuestras nietas y por las que vendrán», asegura Mª Fernanda Yaulema Rodríguez, coordinadora de proyectos de la «Fundación Nosotras con equidad».
Organizada por la Asociación de Mujeres y la de Jubilados en colaboración con la Parroquia de Villahermosa del Río, un año más se celebró la Cena del Hambre a favor de Manos Unidas. La fecha elegida fue el sábado 24 de febrero y el acto benéfico tuvo lugar en el hogar del jubilado.
La cena estuvo amenizada por la rondalla local que interpretó algunas canciones. Y durante la velada se sortearon, entre los asistentes, productos donados por empresas locales y particulares. Carmen Flor (Asociación de Mujeres) y mosén Hector Gozalbo (parroquia) explicaron el lema de este 2024 (“El Efecto Ser Humano. La única especie capaz de cambiar el planeta”) y animaron a los presentes a sentirse partícipes en este proyecto benéfico que tanto bien hace a quienes más lo necesitan.
También se explicó el proyecto en el que Villahermosa del Río colaborará este año (compartido con los arciprestazgos de Castellón, Costa, Albocàsser, Pla de l’Arc y Llucena). Y que consistirá en la construcción de un dispensario médico-hospitalario para mejorar la atención sanitaria de la población de Dougar (Senegal).
Cabe destacar que este año se recaudaron 833,50 euros teniendo en cuenta que no hubo mercadillo solidario. La presidenta de la asociación de mujeres y encargada de dirigir el acto, Mercedes Tomás, agradeció la colaboración “de tantas personas que cada año colaboran en este acto, incluso sin poder estar presencialmente. Gracias por aportar vuestro granito de arena para un proyecto tan necesario para tantas personas necesitadas”.
Convocada por Manos Unidas, el pasado viernes celebramos la jornada de Ayuno Voluntario, una actividad con la que la ONG de la Iglesia Católica pedía a nuestra sociedad un gesto simbólico de apoyo a los 735 millones de personas que pasan hambre en el mundo. Se trata de uno de los gestos de la 65ª Campaña contra el Hambre, cuyo lema es “El Efecto Ser Humano”, la única especie capaz de cambiar el planeta.
Por ello, los alumnos y profesorado del Colegio FEC Madre Vedruna Sagrado Corazón de Castellón (Carmelitas) compartieron un almuerzo solidario, una acción que consistía en comprar unas rosquilletas para poder destinar lo recaudado a los proyectos en los que está trabajando este año Manos Unidas de la Diócesis de Segorbe-Castellón: uno de acceso a la atención materno infantil en Ghana, y otro de promoción del derecho a la sanidad en Senegal. Para ello, el Colegio contó durante el recreo con la colaboración de varias voluntarias de la ONGD, y se vendieron más de 1.200 paquetes de rosquilletas.
La organización católica ‘Manos Unidas’ celebra estos días su campaña anual en la lucha contra el hambre en el mundo y por el desarrollo de los pueblos más pobres. Este año se fija en la crisis medioambiental, en especial en el cambio climático, que está afectando a millones de personas, sobre todo del Sur del planeta, perjudicando sus derechos más básicos como el derecho a la alimentación, al agua potable, a la salud, a una vida digna, a un entorno saludable, lo que genera una gran injusticia climática.
Existe una evidente desigualdad tanto en las causas como en las consecuencias del cambio climático. Así, mientras que las causas de este cambio están, sobre todo, relacionadas con la creciente actividad económica de los países más desarrollados, sus riesgos, impactos y consecuencias más severas las sufren los pueblos del Sur, que poco han participado en originar el problema. Las consecuencias negativas de este cambio son visibles en todo el mundo, pero se sufren más en unos lugares que en otros. Los cambios del clima, la pérdida de cosechas, la escasez de agua, los incendios forestales y los fenómenos meteorológicos extremos afectan, sobre todo, a los más empobrecidos. A la vez, muchas personas tienen que abandonar su tierra por el deterioro del medio ambiente emigrando a otras tierras y países.
Pero todavía estamos a tiempo de revertir esta situación, provocada por el cambio climático. Hacerlo depende de todos y cada uno de nosotros. Por ello, el lema de este año habla de “El efecto ser humano”, porque el ser humano es la única especie capaz de cambiar el planeta, para bien o para mal.
El papa Francisco, en su Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, nos urge a poner remedio a los males medioambientales y al problema de injusticia social, que va unido a ellos. Porque el auténtico desarrollo humano integral y el desarrollo de los pueblos peligran cuando se descuida o se abusa de la tierra y de los bienes que Dios nos ha dado. Y en su encíclica Laudate Deum, el mismo Papa nos recuerda que el cambio climático es innegable, que sus signos son cada vez más patentes y que ya no se puede dudar de su origen humano. Por ello nos exhorta a un compromiso para revertir el cambio climático; un compromiso que brota de nuestra fe que “no sólo da fuerzas al corazón humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado” (n. 61). Y nos llama “al esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, para ir creando una nueva cultura del cuidado de la creación” (n. 71).
Es necesario que volvamos nuestra mirada y nuestro corazón a Dios. “Y vio Dios que era bueno”, nos dice el libro del Génesis (1,25). La tierra, las aguas, los árboles, los animales y el ser humano, todo es hermoso y bueno a los ojos del Creador. El universo entero es un don de Dios, fruto de su amor, en cuya cima ha situado al hombre y a la mujer, creados a su imagen y semejanza para ‘llenar la tierra’ y ‘dominarla’ como ‘administradores’ de Dios mismo (cf. Gn 1,28). Este encargo original de Dios es una llamada a la responsabilidad de todos. Somos administradores, y no dueños de la creación. Todo lo que existe, lo ha confiado Dios al ser humano no para disponer arbitrariamente de ello, sino para administrarlo con responsabilidad, justicia y solidaridad.
La tierra es un don de Dios para que todo ser humano disponga de lo necesario para vivir con dignidad. No somos dioses, ni creadores ni propietarios de la tierra; somos sus administradores. Por desgracia, la respuesta humana a este regalo de Dios ha estado marcada por el pecado, por creerse dueños de la creación, por el egoísmo y la codicia de poseer. Hemos creado una emergencia climática que amenaza seriamente la naturaleza y la vida, incluida la vida humana. Hemos olvidado quiénes somos: criaturas a imagen de Dios, llamadas a vivir como hermanos en la misma casa común. Hemos olvidado lo que realmente importa y hace bien a las personas: la justicia, la caridad, la solidaridad, el respeto y la sobriedad. Esto nos llama a cambiar nuestra mente y nuestros hábitos de vida y de consumo insolidarios e insostenibles.
Acojamos y apoyemos la Campaña de Manos Unidas para que pueda seguir trabajando en la concienciación por el cuidado de la creación y pueda llevar a cabo sus programas de lucha contra el hambre y de desarrollo de los más desfavorecidos del mundo. Seamos generosos en la colecta de la Campaña de este año. Muchas gracias.
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