Queridos diocesanos:
Todavía está viva la celebración de la Navidad en nuestro corazón. Y la Jornada de la Infancia Misionera, el domingo, día 27 de enero, nos invita a volver de nuevo nuestra mirada a Belén. Junto con los niños de Infancia Misionera, acompañaremos a José y a María en su “peregrinación” de Nazaret a Belén; y como los pastores y los Magos de Oriente, iremos al portal de Belén para contemplar y adorar al Niño, el Hijo de Dios, recién nacido. En ese Nino frágil y pobre podemos contemplar el amor humilde e infinito de Dios que quiso visitar a su pueblo para santificarlo, darle su amor y su vida. A cuantos lo acogen con fe, les llena de su amor, de su paz y de alegría y dan testimonio de la alegría del Evangelio en medio del mundo. El Niño nacido en Belén es la Buena Noticia de Dios para todo hombre y mujer de todo tiempo y lugar, que, una vez encontrada y contemplada, como los pastores y los Magos, es anunciada a todos. Es lo que resalta el lema de la Jornada de este año. “Con Jesús a Belén. ¡Qué Buena Noticia!”.
Despertar el sentido misionero en los niños bautizados es primordial, ya que, por el bautismo, todos somos misioneros, o, en palabras del papa Francisco, “discípulos misioneros” de Jesús, la Buena Noticia para el mundo. Sí, también los niños lo son por su bautismo; y ellos también están llamados a ser con su palabra y con su vida discípulos misioneros del Señor. Esta es la razón honda y la propuesta educativa de Infancia Misionera: dar al niño el protagonismo misionero que le corresponde por razón de su bautismo. Para ello, los niños de Infancia Misionera están invitados, en primer lugar, a encontrarse personalmente con Jesús, para contemplarle, adorarle y rezarle, entregarle su ofrenda con amor, como los pastores y Magos de Oriente. La alegría de este encuentro con Jesús, el sentirse amado por Dios en ese Niño Dios, pobre y humilde, les impulsará a llevar a otros niños al encuentro con Jesús y a ofrecer su pequeña ofrenda para que la Buena Noticia llegue también a los niños de países de misión. Quien recibe el don tan hermoso de la amistad con Jesús siente la necesidad de transmitirlo a los demás. La llamada que sienten los niños a la misión hace que crezca en ellos un espíritu de amor al prójimo, generosidad, solidaridad y entrega que les acompañará toda la vida.
Es lo que pretende la Obra de la Infancia Misionera, que nació para que los niños pudieran ayudar a los niños de los países de misión. En1843, el obispo francés Forbin-Janson, de acuerdo con Paulina Jaricot, pensó que los niños podían hacerlo y les propuso un reto: “Podéis ayudarme a salvar a los niños de China rezando un avemaría cada noche y ofreciendo por ellos una limosna”. Así de sencillo. De este modo comenzó esta obra quecontó siempre con el apoyo de los Papas. En 1950, Pío XII instituyó el Domingo Mundial de la Infancia Misionera, que celebramos el domingo próximo.
La Infancia Misionera no está pasada de moda. Cuantos trabajamos en la iniciación cristiana sabemos que es vital y decisivo para su futura vida cristiana que los niños bautizados tengan la experiencia de un encuentro personal con Jesús en su más tierna infancia. Sólo desde ahí podrán crecer como discípulos misioneros de la Buena Noticia. A esto les ayuda la obra de Infancia Misionera llevándoles al encuentro con Jesús y haciéndoles protagonistas de la misión, como “pequeños misioneros” con los de cerca –amigos, padres, compañeros- y con los de lejos.
Por ello os invito a todos los niños de todas las parroquias y colegios a nuestro encuentro anual de Infancia Misionera el sábado, 26 de enero, por la mañana en el Seminario diocesano Mater Dei. Los varios centenares de niños y niñas que participan cada año en el encuentro son testigos de la alegría que da compartir la fe y la misión, de ser amigos de Jesús para llevar a otros el amor de Dios que él nos ha traído. Animo a todos –niños y niñas, catequistas y profesores, parroquias, movimientos y comunidades eclesiales, a todos los sacerdotes- a participar en el encuentro. No os defraudará.
Queridos niños y niñas de Infancia Misionera: ¡Gracias por vuestra implicación! ¡Continuad así! ¡Sed amigos de Jesús! ¡No perdáis vuestro espíritu misionero! Los adultos os apoyamos con nuestra oración y aliento, y con nuestra aportación económica.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón