El próximo jueves día 3 de octubre, el Salón de Actos de la Fundació Caixa Castelló, ubicado en la Calle Enmedio, 82 de Castellón, acogerá una mesa redonda titulada «El impacto de la inmigración en nuestra economía y sociedad». Este evento, organizado por Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, se llevará a cabo de 18:00 a 20:00 horas y la entrada será libre hasta completar aforo.
La inmigración es un elemento estructural de nuestra sociedad, estrechamente ligado a nuestro modelo económico. En los últimos años, los procesos de arraigo de la población migrante han ido en aumento, evidenciando que no solo están presentes, sino que desean integrarse y formar parte activa de nuestra comunidad. Los datos sobre el asentamiento familiar, los planes de futuro y las relaciones con la población nativa reflejan un deseo de permanencia y colaboración.
Durante la mesa redonda se abordarán temas cruciales como las políticas de integración y las medidas de equidad que pueden fortalecer la cohesión social y reducir las incertidumbres en torno a la inmigración. Este diálogo es fundamental para entender cómo la inmigración contribuye al desarrollo de nuestra economía y sociedad.
Entre los ponentes se encuentran Luis M. Martí Bordera, presidente de la Confederación Empresarial Valenciana Castellón; Joan Serafí Bernat Martí, profesor de Historia e Instituciones Económicas de la Universitat Jaume I; y Xaro Castelló Alfaro, gerente de la Fundació Tots Units. Además, se contará con el testimonio de Yenny Andrea Martínez Parra, y la moderación estará a cargo de Anna Arayo, de Iglesia por el Trabajo Decente.
Este evento representa una oportunidad valiosa para reflexionar sobre el papel de la población inmigrante en nuestra sociedad y cómo podemos trabajar juntos para construir un futuro más inclusivo y equitativo.
Los Movimientos Populares Mundiales han mantenido un encuentro con el Papa Francisco. La visita se produjo el pasado 20 de septiembre en el Vaticano y Charo Castelló, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la Diócesis de Segorbe-Castellón, y representante del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos en el comité organizador, nos ha contado los aspectos que se han abordado con el Papa Francisco.
1.- .¿Cómo fue el encuentro con el Papa Francisco? ¿Qué impresiones te llevas? ¿Qué os ha transmitido?
Ha sido un encuentro cercano, entrañable, de acción de gracias a Dios por el camino recorrido. Me he venido reforzada, esperanzada y sobre todo con más caminos que transitar para concretar una sociedad más fraterna y una cultura “samaritana”. El Papa desde 2014 hasta hoy, no ha dejado de hacer sentir su cercanía a los movimientos populares, apoyando y alentando su trabajo por la dignidad humana, la justicia social y el desarrollo de los más pobres y descartados. Dos mensajes muy claros, “ninguna persona sin techo, trabajo y tierra” y “ninguna persona sin esperanza”.
2.-El papa mencionó las “T” en 2014 (techo, trabajo y tierra) ¿Cómo ves hoy en día la situación en España y en el mundo? ¿A qué desafíos nos enfrentamos hoy?
En nuestro país en estos últimos años se han desarrollado políticas en materia de rentas básicas, que están ayudando a muchas familias, pero todavía seguimos con millones de familias que están sufriendo a causa del escándalo de los alquileres de la vivienda, la precariedad laboral, familias trabajadoras que no les alcanza el salario para llegar a fin de mes, personas sin contratos especialmente entre las personas migrantes…etc. A nivel internacional la situación se agrava, por el aumento de la economía informal, que afecta especialmente a las mujeres. La pérdida de vidas en el trabajo, una pandemia invisible que crece. La protección social, educación, salud, vivienda ha disminuido. Los efectos del cambio climático devastadores provocando mayor vulnerabilidad sobre las colectividades más empobrecidas. Una mayor movilidad de las personas como consecuencia de este empobrecimiento y con políticas en los países receptores de poner grandes muros.
El desafío de las guerras, no solo Ucrania y de Gaza que está siendo un auténtico genocidio sino otros 50 conflictos bélicos más que están expulsando a millones de personas de sus comunidades, y con débiles instituciones internacionales para afrontar este tema. Al desafío del empleo precario y la protección social para millones de personas añadir, la protección de la tierra, para que la vida humana, toda la vida sea posible.
3.- ¿Cuales crees que son las actitudes de los líderes mundiales y de los medios de comunicación en general? ¿hay apertura para discutir estas cuestiones en la agenda internacional?
Tenemos de todo. Hay lideres mundiales y gobernantes que siguen planteando políticas de justicia social y que respeten a la dignidad humana, pero hay otros gobernantes muy poderosos que piensan que la vida de una persona que está excluida no vale, como la de personas migrantes. Esa es una forma de deshumanización que va en contra del Evangelio.
Por otro lado, hay organizaciones como la OIT que están poniendo en el debate internacional todas estas situaciones que no son recogidas por los países.
Finamente lo medios de comunicación también tenemos de todo, pero hay mucha pobreza para dialogar y exponer todas estas situaciones en profundidad, analizando las verdaderas causas de los problemas. No se hacen eco de cómo movimientos populares, cada día están practicando soluciones solidarias en sus comunidades.
4.- Y en la iglesia, ¿crees que la Iglesia en España está respondiendo adecuadamente a la necesidad de techo, tierra y trabajo?
La Iglesia es muy plural y hay en muchos rincones de nuestra tierra comunidades cristinas que están respondiendo a esta situación con un trabajo ejemplar, en España y también en los países del Sur. Nos queda camino por recorrer, sin estos mínimos la vida no puede ser digna, son derechos sagrados, una dignidad que Dios quiere para su pueblo elegido. Necesitamos seguir practicando la caridad Samaritana y acoger “al herido”.
5.- En tu opinión ¿Cómo puede la iglesia seguir impulsando estos valores y acompañando a los más vulnerables en este momento?
Las 3 T, la justicia, como decía el Cardenal Czerny “No puede ser una cuestión intelectual, ni mucho menos jurídica. Tiene que estar profundamente arraigada en nosotros y es una cuestión tan urgente e imposible de ignorar como lo son el hambre y la sed mismos”. Esta tiene que ser nuestra misión: acompañar y acoger, dar voz a los sin voz.
6.- ¿Qué mensaje te gustaría trasmitir a los jóvenes que buscan participar en los movimientos cristianos por la justicia social y la paz?
Animarlos a que formen parte de ellos, a que sean protagonistas de los cambios que necesitamos en nuestra sociedad para vivir como auténticos hermanos y hermanas. Necesitamos su energía y frescura para plantar banderas de esperanza contra la deshumanización.
La parroquia de San Miguel en La Serratella celebró con gran devoción la festividad de su Santo Patrón. La jornada comenzó con una solemne Eucaristía, presidida por el párroco, D. Gabriel Bettín, a la que asistieron la alcaldesa y los miembros de la Corporación Municipal, junto a la comisión de fiestas y numerosos feligreses.
Tras la Misa, se entonaron los tradicionales gozos en honor a San Miguel, y la celebración culminó con una concurrida procesión por las calles del pueblo. Al finalizar, los asistentes compartieron un aperitivo en un ambiente de alegría y confraternización.
El Obispo de Segorbe-Castellón presidió ayer la Misa de Clausura ante cientos de familiares y amigosque les acompañaron en la celebración final
Este pasado fin de semana, el apostolado parroquial Effetá, adscrito a la parroquia de La Santísima Trinidad de Castellón, ha celebrado el tercer retiro para jóvenes de nuestra Diócesis. Han sido 48 horas muy intensas en las que se ha desgranado el pasaje evangélico de San Marcos (7, 31-37) con el fin de facilitar el encuentro personal con Jesucristo a 72 jóvenes que han participado por primera vez en este retiro de fin de semana, que se concibe como una herramienta de Primer Anuncio, y que supone «un antes y un después» en la vida de muchos jóvenes.
A nivel espiritual, el retiro ha estado asistido por el Padre Rafael Manzaneque, párroco de La Santísima Trinidad que acoge este apostolado juvenil, y convocado por otros 71 jóvenes que han participado en el mismo como servidores que acompañan al encuentro con Jesucristo.
Nada se cuenta de lo que ocurre en el interior del retiro durante el fin de semana, pero lo que sí es evidente es que la grandeza de Dios se manifiesta tal como reflejaban ayer tarde los rostros de los participantes durante la celebración eucarística de clausura.
La Misa final estuvo presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente y concelebrada por D. Rafael Manzaneque y varios sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón, la de Valencia y la de Orihuela-Alicante. Y es que en este retiro han participado jóvenes de las tres diócesis dando visibilidad, como dijo ayer tarde nuestro Obispo, a la riqueza y comunión de la Iglesia Católica.
¡Ábrete!
En la Liturgia de la Palabra, se proclamaron las lecturas del día y, excepcionalmente, el Evangelio según S. Marcos que da nombre al retiro. Siendo así, las palabras de nuestro Obispo hicieron especial hincapié a que también nosotros, «estamos sordos al deseo de creer y de ser felices por no escuchar nuestro corazón, siendo incapaces de reconocer la pena o el dolor que llevamos dentro y abrir nuestro corazón a Dios».
Así, tal como se refleja en el pasaje evangélico, «Jesús viene y nos toca para que escuchemos, para que hablemos, para que nos desahoguemos, para que expliquemos nuestros sufrimientos, a veces también la oscuridad de nuestra vida, porque Él quiere darnos luz, darnos vida y darnos esa felicidad que tantas veces buscamos en fuentes que están contaminadas».
D. Casimiro, siendo padre y pastor, transmitió, especialmente a los jóvenes, el amor, el perdón y la misericordia de Dios que es quien «verdaderamente nos muestra el horizonte en nuestro caminar y nos da aliento y esperanza». Dio gracias a Dios por lo que «ha acontecido estos días de retiro en cada uno de vosotros y por los dones que cada uno ha recibido, porque cada uno sabe dónde le ha tocado el Señor, dónde le ha sanado, dónde le ha acompañado y la luz que ha percibido en estos días para seguir caminando».
Acompañar
El Obispo puso también el énfasis en el objetivo pastoral de este curso que se centra en el acompañamiento espiritual. En este sentido animó a los participantes a seguir caminando en las reuniones semanales que Effetá celebra cada jueves en la parroquia de la Trinidad. A los servidores, les pidió ser pilares de ese acompañamiento necesario y siempre guiados por la luz del Espíritu santo; y a los caminantes, dejarse acompañar para evitar que esta experiencia sea, dijo, «como una mascletá, y podáis seguir caminando en la fe y profundizar en vuestro encuentro con el Señor para que la llama que se ha encendido no se apague, sino que siga alumbrando vuestra vida y os vaya dando consistencia en vuestro caminar como cristianos».
Finalmente, puso a los pies de la Virgen María, los frutos del retiro, «para que os siga protegiendo y guiando en el caminar, por el bien vuestro, el de vuestras familias y el de tantos jóvenes a los que queréis dar testimonio». Y para concluir les encomendó la misión de «id y contar lo hermoso que es estar junto al Señor».
Testimonio del encuentro
Antes de la bendición final, dos jóvenes participantes dieron testimonio de los vivido y experimentado durante el fin de semana. En ambos casos destacó el encuentro con el Señor a través del amor, de la entrega y del servicio. Marisol reconoció que, siendo hospitalaria de Lourdes, conoce el mandamiento del amor al prójimo, pero no hasta el extremo de «como a ti mismo» y eso, dijo, «es lo que me llevo de este fin de semana».
Del mismo modo, Juan explicó cómo la repentina muerte de su madre, «la mujer más buena del mundo» le alejó de Dios culpándolo de lo ocurrido. Durante el fin de semana, ha descubierto, «el sentido de muchas cosas y, sobre todo, el amor de Dios».
Próximo Retiro de Effetá
La asamblea saltó de júbilo cuando, Laura Basiero y Patricia Martínez, coordinadoras del retiro anunciaron las fechas del próximo encuentro que se celebrará, D.M, el 28 de febrero y el 1 y 2 de marzo en el Seminario Mater Dei.
En su intervención quisieron reflejar que Effetá no representa a ningún movimiento de la Iglesia y que «caben todos los que se quieran unir». Explicaron que son un apostolado parroquial «que trabajamos para la Iglesia en comunión con nuestro Obispo, D. Casimiro» a quien manifestaron su apoyo «siempre y, especialmente, presidiendo la Misa de Clausura» de ayer.
Effetá nace de la experiencia de los Retiros de Emaús y está presente en nuestra Diócesis desde el pasado año.
Tal como recordaba el Obispo D. Casimiro López Llorente en su carta dominical, ayer la Iglesia celebró la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, bajo el lema «Dios camina con su pueblo». Este mensaje resalta el vínculo de amor y ternura que Dios establece con la humanidad a lo largo de la historia, y lanza una clara invitación a trabajar para crear comunidades más acogedoras y misioneras. En sintonía con el mensaje del Papa Francisco, se hace un llamamiento a caminar juntos y profundizar en la misión de la Iglesia de acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados.
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Con motivo de esta celebración, el Secretariado para las Migraciones de la Diócesis organizó una serie de actos que se desarrollaron durante todo el fin de semana. Los eventos comenzaron el viernes 27 de septiembre en la parroquia de Santa Joaquina de Vedruna de Castellón con una Vigilia de Oración.
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El domingo 29 de septiembre, las actividades continuaron por la mañana en el edificio Menador de Castellón, donde se instaló una mesa informativa. A continuación, el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, y el Director del Secretariado para las Migraciones, D. Juan Crisóstomo, ofrecieron una ponencia titulada «Dios camina con su pueblo». Más tarde, la Plaza de las Aulas se llenó de color con un festival de folklore internacional que atrajo a numerosas familias y participantes.
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La jornada culminó con una Eucaristía presidida por el Obispo D. Casimiro López Llorente a las 19:30 h. en la Concatedral de Santa María de Castellón. En su homilía dedicó unas emotivas palabras a la difícil situación migratoria que se vive en Canarias, mencionando la reciente tragedia en la isla de El Hierro, donde a estas horas hay confirmados 9 fallecidos y 50 desaparecidos al volcar un cayuco a pocos metros de la costa. «No podemos olvidar a tantos hombres, mujeres y niños que han perdido la vida buscando un futuro digno», lamentó, al tiempo que recordaba que solo 27 personas fueron rescatadas con vida.
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D. Casimiro destacó el profundo significado de la acogida a los migrantes desde la óptica cristiana, recordando las palabras del Papa Francisco: «Es necesario hacer visible el Reino de Dios acogiendo, protegiendo, promoviendo e integrando a los migrantes y refugiados». En este sentido, el Obispo subrayó que la migración actual exige una respuesta activa por parte de la Iglesia: «Todos somos peregrinos en esta vida, y estamos llamados a acoger al extranjero como Cristo nos acoge a nosotros».
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El Obispo insistió en que esta jornada no solo invita a la reflexión, sino que demanda acciones concretas. Hizo un llamamiento a las comunidades cristianas a abrirse al encuentro con el otro: «La fe no puede vivirse de manera aislada. Debemos abrir las puertas de nuestras parroquias y nuestros corazones a aquellos que llegan en busca de una vida mejor». Reafirmó que la acogida no debe depender de la procedencia, religión o situación legal de los migrantes, sino del principio cristiano de amar al prójimo: «Jesús nos enseña que todo ser humano es nuestro hermano; no podemos cerrar los ojos ante su sufrimiento».
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Asimismo, abordó las dificultades que enfrentan los migrantes y refugiados, desde los peligros de sus travesías hasta la explotación y rechazo que a menudo encuentran al llegar a su destino. Abogó por políticas más inclusivas y justas: «No basta con ofrecer ayuda puntual. Es necesario trabajar por una sociedad más inclusiva, que permita a los migrantes y refugiados vivir con dignidad y participar plenamente en nuestras comunidades».
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Por último, D. Casimiro animó a las parroquias y fieles a ser verdaderos espacios de acogida: «Invito a nuestras comunidades a convertirse en lugares de encuentro, donde el migrante no solo sea bien recibido, sino donde encuentre un hogar y un lugar donde celebrar su fe».
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Con esta jornada, la Iglesia de Segorbe-Castellón reafirmó su compromiso de ser signo visible de la misericordia de Dios, llamando a la solidaridad y a la acción concreta en favor de los migrantes y refugiados.
Cada 29 de septiembre, la Iglesia conmemora a los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, figuras clave en la historia de la salvación y mensajeros de importantes misiones encomendadas por Dios. En esta ocasión, la Basílica de Ntra. Sra. del Lledó fue el escenario de la Eucaristía presidida ayer por el Obispo D. Casimiro, donde los miembros de la Policía Local de Castellón celebraron la festividad de su patrono, San Miguel Arcángel. Concelebró el Prior, D. Joaquín Guillamón, y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos.
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La celebración contó con la presencia de destacadas autoridades, entre ellas Francisco Javier Catalán, comisario jefe; Begoña Carrasco, alcaldesa; Antonio Ortolá, concejal de Seguridad; Paula Torres, Reina de las Fiestas 2025; Marta Mateu, Na Violant 2025; y otras figuras representativas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, así como autoridades locales, provinciales y autonómicas.
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De acuerdo con la tradición cristiana, San Miguel es el Arcángel que encabeza la lucha contra el mal, protegiendo a la fe y a la Iglesia en su batalla contra las fuerzas malignas (Apocalipsis 12,7-8). Su nombre, que en hebreo significa «¡Quién como Dios!», simboliza la omnipotencia divina y la victoria sobre Satanás y los ángeles caídos, reflejando así la infinita justicia y amor de Dios. Más información aquí
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Durante su homilía, el Obispo D. Casimiro subrayó la necesidad de recuperar a Dios en todas las dimensiones de la vida: personal, familiar, social y política, afirmando que su ausencia lleva a la pérdida del sentido del bien y el mal, afectando la dignidad humana. «Sin Dios en el horizonte, se diluye la noción de la dignidad de la vida humana, donde algunos, como los no nacidos o los ancianos, parecen tener menos valor», afirmó.
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Refiriéndose a la lectura del Apocalipsis, destacó el papel de San Miguel como defensor ante el mal y protector de la humanidad. «San Miguel es un signo de esperanza. Nos recuerda que, aunque enfrentemos dificultades y retrocesos, el bien siempre triunfará sobre el mal», señaló. El Obispo también alentó a los policías locales a ser defensores de la justicia, la verdad y la paz en su servicio, destacando que «su labor es fundamental para velar por la convivencia y seguridad de la ciudadanía.»
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Finalmente, pidió a Dios, por intercesión de San Miguel, que continúe protegiendo tanto a la Iglesia como a la sociedad en su conjunto. «Oremos para que San Miguel siga siendo nuestro protector en la lucha diaria contra el mal, y para que os fortalezca a todos vosotros, quienes trabajáis por el bien común», concluyó el Obispo.
Este domingo, 29 de septiembre, celebramos la Jornada Mundial del migrante y refugiado. El lema, elegido por el papa Francisco, para este año reza: “Dios camina con su pueblo”. El lema nos recuerda el éxodo del pueblo de Israel de Egipto y su camino hacia la tierra prometida; es un largo viaje de la esclavitud a la libertad que prefigura el de la Iglesia hacia el encuentro final con el Señor. Análogamente, dice el Papa, es posible ver en los emigrantes de nuestro tiempo una imagen viva del pueblo de Dios en camino hacia la patria eterna. La realidad fundamental del éxodo, de cada éxodo, es que Dios precede y acompaña el caminar de su pueblo y de todos sus hijos en cualquier tiempo y lugar. Hoy también son miles las personas que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para sí mismos y para sus familias. Dios los acompaña. Jesús está presente en cada uno de ellos y nos llama a reconocer su rostro en los rostros de cada migrante (cf. Mt 25,31-46).
En este curso pastoral, dedicado al acompañamiento, hemos de prestar especial atención también a los migrantes y los refugiados. Estamos llamados a abrir nuestro corazón al amor de Dios, dejarnos transformar por él para acompañar a las personas migradas. Dios camina con y en los emigrantes. Quien acoge el abrazo amoroso del Padre en el encuentro con Jesús queda trasformado en manos que se abren a otros para que también ellos experimenten la cercanía amorosa de Dios: sea quien fuere, en este abrazo fraterno debe saberse amado como hijo de Dios y sentirse ‘en casa’ en la única familia humana.
Como Iglesia y como cristianos estamos llamados por Jesús a acompañar a las personas migradas. Esto significa, en palabras del Papa, “acoger, proteger, promover e integrar” –que no es asimilar- a quienes por una razón u otra se ven obligados a salir de su patria y migrar a nuestra tierra. Más del 18% de la población actual en el territorio de nuestra Diocesis son extranjeros; la inmensa mayoría buscan seguridad y una vida digna. No nos pueden ser indiferentes. No podemos habituarnos a su sufrimiento y a su precariedad. Hacerlo sería entrar en el camino de la complicidad. Nuestra respuesta no puede ser otra que la que nos muestra Jesús en el Evangelio. Esto comienza por sentir verdadera compasión ante estos miles de personas, que huyen ante la guerra y la persecución, o que tienen que buscar una vida más digna lejos de su país.
Ante tantas personas afectadas por el fenómeno migratorio es necesario examinar y atajar sus causas en origen, así como regular el ejercicio del derecho de todos a migrar para que no se convierta en un mal para todos. Pero también como Iglesia y como sociedad hemos de responder a los problemas de estos hermanos desde el punto de vista humano, económico, político, social y pastoral. Nos urge repensar nuestras actitudes personales, eclesiales, sociales y políticas, y redoblar nuestro compromiso real y efectivo con los migrantes y sus familias. No es un fenómeno más. No se trata de números. Son ante todo personas con la misma dignidad sagrada que los autóctonos. Ellos nos interpelan en nuestro modo tradicional de vivir; a veces se encuentran por nuestra parte con sospechas, temores y prejuicios que hemos de superar. Como personas humanas que son, los migrantes se merecen acogida, respeto y estima; ellos, a su vez, han de respetar y reconocer el patrimonio material y espiritual del país que los hospeda.
Entre todos hemos de fomentar actitudes y comportamientos de acogida, de encuentro y de dialogo. Jesús nos dice: “fui extranjero y me acogisteis” (Mt 25,35); Jesús se identifica así con la persona del migrante; y nos llama a su acogida, como si de Él mismo se tratara. Es necesario conocer a las personas migradas y su historia personal y familiar para poder comprenderlas y acompañarlas. En ellos, el Señor viene a nuestro encuentro; son su presencia viviente en nuestras vidas.
Jesús nos llama de forma apremiante a hacernos próximos, a mostrarles nuestra cercanía real y cordial, a valorarlos en su cultura propia y en su modo de vivir la fe, a no utilizarlos para intereses personales o políticos, y a trabajar para que sea reconocida su dignidad humana tantas veces negada.
Muchos migrantes comparten nuestra cultura y nuestra fe; acogerlos e integrarlos en nuestras parroquias será un signo de fraternidad cristiana y de catolicidad; su integración redundará en bien de los migrantes, que podrán vivir su fe cristiana en comunidad, y de las comunidades, que se verán enriquecidas con su presencia activa.
La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad y, de hecho, es la base del progreso humano, tanto personal como comunitario. El mundo avanza cada paso sobre el conocimiento que ha sido recogido y compartido por las generaciones anteriores hasta nuestros días, y ahora somos nosotros los que contribuimos a ese progreso con la educación.
Consciente de su importancia, la Iglesia se implica en el acompañamiento formativo y espiritual desde hace siglos, creando instituciones educativas en todos los niveles, desde la tierna infancia hasta la enseñanza universitaria o profesional y la formación de adultos.
Que importantes son nuestros colegios diocesanos en esta tarea, ya que encuentran su justificación en la misión misma de la Iglesia, proclamando su mensaje evangélico, exponiendo los valores de la educación cristiana, basándose para ello en un proyecto en el que se integran armónicamente fe, cultura y vida.
Del mismo modo los centros docentes católicos, pues numerosas congregaciones y organizaciones de la Iglesia tienen en su carisma la educación en cualquiera de sus formas: salesianos, hermanos de La Salle, Nuestra Señora de la Consolación, carmelitas y un sinfín de otras organizaciones se involucran en la construcción de una sociedad más justa y más fraterna a través de la educación.
Pero tampoco podemos olvidar a los profesores de Religión Católica y a los docentes cristianos que, con gran profesionalidad y dedicación, también llevan de alguna forma al Señor a los alumnos que estudian en centros públicos. Todos ellos, con la ayuda de la Delegación diocesana para la Enseñanza, tienen una apasionante misión que llevar a cabo.
Para la Iglesia, la educación no es simplemente la transmisión de conocimientos pues, desde el humanismo cristiano supone formar a cada persona desde el corazón, desarrollando sus capacidades, su inteligencia y voluntad, promoviendo personas libres, capaces de buscar el bien y de elegirlo para su vida. Asimismo, es muy importante que desde que los alumnos entran en el centro educativo se sientan acompañados en sus problemas y dificultades, también en sus alegrías, y que no pasen desapercibidos o se sientan ignorados.
Pero incluso antes que la escuela, el instituto o la universidad, está la familia. «La familia debería ser el primer espacio de acompañamiento», nos dice Francisco en Christus vivit, pues la familia, a pesar de las dificultades y de los constantes ataques que sufre actualmente, es «el principal punto de referencia para los jóvenes. Los hijos aprecian el amor y el cuidado de los padres, dan importancia a los vínculos familiares y esperan lograr a su vez formar una familia».
También es fundamental aquí la misión de la pastoral juvenil, que siempre debe proponer un proyecto de vida desde Cristo, que para la mayoría de los jóvenes se concretará en el matrimonio. Para otros no, y se definirá en la vida consagrada o en el sacerdocio. En todo caso, es necesario que la pastoral juvenil y la pastoral familiar trabajen de manera coordinada e integrada para poder acompañar adecuadamente el proceso vocacional.
En el caso concreto de la pastoral juvenil, ésta debe ser capaz de «crear espacios inclusivos, donde haya lugar para todo tipo de jóvenes y donde se manifieste realmente que somos una Iglesia de puertas abiertas» (ChV), «que abra puertas y ofrezca espacio a todos y a cada uno con sus dudas, sus traumas, sus problemas y su búsqueda de identidad, sus errores, su historia, sus experiencias del pecado y todas sus dificultades».
De igual modo, la comunidad cristiana juega un papel determinante en el acompañamiento a nuestros niños y jóvenes, pues ésta también «debe sentirse responsable de acogerlos, motivarlos, alentarlos y estimularlos. Esto implica que se mire a los jóvenes con comprensión, valoración y afecto, y no que se los juzgue permanentemente o se les exija una perfección que no responde a su edad». Tienen aquí, sacerdotes y laicos, el deber de prepararse bien en “el arte del acompañamiento”, como dijo el Santo Padre, caracterizándose éste por la delicadeza para acercarse a la tierra sagrada del otro.
Algunas propuestas coordinadas de las delegaciones diocesanas
Jornada de prácticas sobre el Acompañamiento: talleres para acompañar y ser acompañados a familias, padres, adolescentes-jóvenes, comunidades parroquiales. El 26 de octubre de 2024.
Encuentro diocesano de la Infancia. El 22 de febrero de 2025.
Jornada festiva diocesana de las Familias. El 8 de marzo de 2025.
Promover la cultura vocacional en preparación al Congreso Nacional sobre las Vocaciones. Del 7 al 9 de febrero de 2025.
Jornada dedicada a los jóvenes, en clave vocacional. El 5 de abril.
Preparar y vivir el VIII Encuentro Diocesano de Jóvenes como un Encuentro Pre-Jubileo de Jóvenes.
El pasado 15 de septiembre, durante las confirmaciones en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Albocàsser, el Obispo de Segorbe-Castellón, D. Casimiro, bendijo dos óleos de los arcángeles San Miguel y San Rafael, obras del joven artista local Carlos Peraire Ferreres. En su visita, el obispo elogió el talento del pintor y pidió la intercesión y protección de los arcángeles para la parroquia y el municipio.
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