Nuestro Obispo D. Casimiro presidirá, hoy a las 20:00 h., la celebración de la imposición de la Ceniza en la Concatedral de Santa María, en Castellón.
El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo litúrgico de 40 días que prepara para la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Este año, la Cuaresma comienza el 5 de marzo y se extenderá hasta el 17 de abril.
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de preparación para la Pascua, en el que la oración, la limosna y el ayuno nos ayudará a renovar nuestro compromiso bautismal. Es una oportunidad para tomar conciencia de lo que significa llevar el nombre de “cristianos”, escuchar la Palabra de Dios, detenernos ante el hermano que sufre y abrir el corazón a la reconciliación con Dios y con los demás. Un tiempo de conversión y de renovación espiritual.
Mensaje del Papa Francisco para Cuaresma: “Caminemos juntos en la esperanza”
Además, en esta ocasión la Cuaresma 2025 está «enriquecida por la gracia del Año jubilar» como destaca el Papa Francisco en su mensaje. Un escrito en el que reflexiona «sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria».
El Santo Padre destaca tres llamadas a la conversión: como peregrinos, en la sinodalidad y en la esperanza. Son tres dimensiones clave en este itinerario: la peregrinación, recordando que “todos somos peregrinos en la vida” y llamando a confrontarse con la realidad de los migrantes; la sinodalidad, exhortando a caminar juntos y a superar la autorreferencialidad; y la esperanza, que define como “el ancla del alma” y centro del Jubileo. El mensaje concluye con un recordatorio sobre la misericordia divina: “Gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda”.
También, la web de la CEE ofrece un especial sobre Cuaresma, en su apartado «Creemos». Entre otras cosas, se puede acceder a preguntas y respuestas sobre Cuaresma; comentarios a las lecturas de los domingos de Cuaresma; el sentido de la oración y el ayuno y qué significa dar la limosna en este tiempo litúrgico.
Las delegaciones diocesanas de Familia, Enseñanza y Catequesis se han unido para organizar el Primer Encuentro Diocesano “Familia – Parroquia – Escuela”, el próximo sábado día 8 de marzo en el Seminario Mater Dei, enmarcado dentro del Jubileo «Peregrinos de la esperanza», y con el deseo de que sea el primero de muchos en nuestra Diócesis.
Nuestro Obispo D. Casimiro nos convocaba a todos a este encuentro para celebrar juntos que somos Iglesia y que necesitamos trabajar unidos en la transmisión de la fe, un proceso fundamental en la vida cristiana que requiere la participación activa de diversos agentes. En este sentido, la coordinación entre la familia, la parroquia y la escuela se convierte en un pilar esencial para garantizar una educación integral en la fe, permitiendo que los valores cristianos arraiguen en la vida de las nuevas generaciones.
Es el núcleo primario en el que los niños aprenden los valores fundamentales de la vida y la fe. Los padres, como primeros educadores, tienen la responsabilidad de transmitir a sus hijos la importancia de la oración, la confianza en Dios y el compromiso con el prójimo. Como indica el Catecismo, «la familia cristiana es el lugar donde los hijos reciben el primer anuncio de la fe» (CIC 2226).
En este contexto, el testimonio de vida de los padres es clave. No se trata solo de enseñar doctrinas, sino de vivir una fe auténtica que inspire a los hijos. La oración en familia, la participación en la Eucaristía y el diálogo sobre la fe son elementos esenciales para fortalecer la identidad cristiana desde la infancia.
La parroquia
Desempeña un papel insustituible en la vida de los creyentes. Es donde se celebran los sacramentos, donde se vive la comunidad y donde se profundiza en el conocimiento de la fe a través de la catequesis y la formación.
El párroco, los catequistas y los grupos parroquiales tienen la misión de complementar la enseñanza recibida en el hogar, proporcionando espacios de encuentro con Cristo y promoviendo el crecimiento espiritual. Actividades como los grupos juveniles, la catequesis sacramental y las convivencias fomentan la integración de los niños y jóvenes en la vida de la Iglesia y refuerzan la importancia de la fe en comunidad.
La escuela
Especialmente cuando es de inspiración cristiana, también tiene un papel fundamental en la transmisión de la fe. Más allá del aprendizaje académico, es un espacio en el que se fomenta la formación integral de los alumnos, integrando valores evangélicos en la enseñanza y promoviendo un ambiente que favorezca la vivencia cristiana.
Los profesores de religión y los educadores católicos tienen la tarea de presentar la fe de manera atractiva y comprensible, ayudando a los estudiantes a descubrir cómo los valores cristianos pueden iluminar su vida diaria. Además, la colaboración entre la escuela y las familias refuerza el mensaje de fe, evitando contradicciones entre lo que se enseña en casa y lo que se aprende en el ámbito escolar.
Familia – Parroquia – Escuela
Para que la transmisión de la fe sea eficaz, es imprescindible una comunicación fluida y una colaboración estrecha entre la familia, la parroquia y la escuela. Cuando estos tres ámbitos trabajan en conjunto, se logra una formación coherente y sólida en la fe.
En un mundo cada vez más secularizado, la transmisión de la fe enfrenta múltiples desafíos. Sin embargo, cuando familia, parroquia y escuela trabajan unidas, se fortalece el testimonio cristiano y se crea un entorno propicio para que las nuevas generaciones crezcan en la fe. La clave está en la unidad y la coherencia entre estos tres pilares, ofreciendo un acompañamiento integral que ayude a los niños y jóvenes a encontrar en Cristo el sentido pleno de sus vidas.
Encuentro Diocesano
Este Primer Encuentro tiene como objetivo ser una gran celebración en la que toda la Diócesis, especialmente los padres, niños, jóvenes, catequistas, sacerdotes y profesores, nos reunamos para vivir juntos nuestra identidad como Iglesia. Además, busca hacernos conscientes de la importancia de trabajar unidos en la misión de transmitir la fe en Cristo Jesús.
El evento será el sábado 8 de marzo, de 9:00 a 17:00 h., en el Seminario Mater Dei. El día comenzará con la alegría de los juniors, quienes nos recibirán y animarán, además de un photocall para inmortalizar el momento. También habrá una serie de stands en el hall para conocer distintas iniciativas de pastoral familiar y de nueva evangelización.
Durante todo el día, un equipo de Familias Invencibles amenizará el encuentro con su música y jovialidad, mientras se presentan «buenas prácticas» de sinergia entre la «familia-parroquia-escuela» en nuestra Diócesis.
El Obispo nos hablará sobre la gracia del Jubileo y la importancia de esa sinergia en la transmisión de la fe. Los niños tendrán actividades adaptadas para distintas edades gracias a los jóvenes de la Casa de Misericordia. Además, habrá un momento especial para orar en familia junto a la Mare de Déu del Lledó.
Tras la comida se celebrará el esperado Festival GOD TALENT con la actuación de Paul Ponce, el «malabarista de Dios», y su familia de artistas, quienes compartirán su testimonio.
El próximo miércoles iniciamos la cuaresma, tiempo favorable de salvación (cf. 2 Cor 6,2). Dios nos concede un año más un tiempo de gracia para prepararnos con corazón reconciliado y renovado a la celebración gozosa de la Pascua del Señor. Este año Jubilar lo hacemos como peregrinos de la Esperanza. La muerte y resurrección de Jesucristo es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. La muerte no fue para Jesús la última palabra sobre su vida. La palabra definitiva la pronunció su Padre Dios, resucitándole a la vida gloriosa y eterna junto a Él. Y esa es también nuestra promesa, la Esperanza que no defrauda, porque nada ni nadie puede separarnos del amor de Dios, manifestado y ofrecido en Jesús (cf. Rm 8,35.37-39).
La Pascua no es un acontecimiento del pasado sino que permanece siempre actual por la fuerza del Espíritu Santo. A los bautizados, la cuaresma nos llama a recordar y reavivar nuestro bautismo, por el que fuimos incorporados a la muerte y resurrección de Jesús, renacimos a la vida nueva de los Hijos de Dios y fuimos incorporados a su familia, la Iglesia. La cuaresma es un tiempo propicio para renovar nuestra fe y nuestra esperanza y para dejar que se avive nuestro amor a Dios y a los hermanos por la oración, el ayuno y las obras de caridad. Así nos prepararemos para la renovación de las promesas bautismales en la Vigilia pascual.
La Palabra de Dios nos exhorta a ponernos en camino hacia la Pascua mediante la conversión y la fe. “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15), nos dice Jesús al inicio de la peregrinación cuaresmal. Convertirse es volver la mirada y el corazón a Dios con ánimo firme y sincero. Para ello hemos de escuchar de nuevo, contemplar con silencio interior y acoger con fe confiada la buena Noticia: Jesucristo, muerto y resucitado, es nuestra Esperanza. En Jesús, Dios nos ama a cada uno y nos ofrece su amor personal e infinito para que, creyendo en Él, tengamos Vida plena, eterna y feliz. Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, se entregó hasta la muerte por amor a cada uno de nosotros. Cristo está vivo y nos ofrece su vida, su amistad y su salvación. Dios, que nos ha pensado y amado desde siempre, nos indica el camino para alcanzar la felicidad que anhelamos y la salvación que buscamos. Con amor nos sugiere e indica como a sus hijos y amigos lo que hemos de hacer y hemos de evitar para llegar a la Vida eterna, plena y feliz. Él nos quiere llevar a la comunión de vida consigo. Quien escucha su voz entrará en la tierra prometida, en el gozo del Paraíso.
Dios nos espera, no deja de hablarnos y no cesa de salir a nuestro encuentro. Ya en lo más íntimo de cada persona, en nuestra conciencia, resuena su voz. Cuando Dios nos habla al corazón, hemos de escuchar su Palabra, acogerla y adherirnos plenamente a ella, dejarnos guiar por Él como llevados de la mano. Dios no nos quita nada. Dios nos da todo. Dios se nos da a sí mismo en su Hijo, Jesús. Nos podemos fiar de Dios y confiar en Dios, al igual que un niño se abandona en los brazos de su madre y se deja llevar por ella. El cristiano es una persona que se deja guiar por el Espíritu Santo.
Puede, que, por la dureza de nuestro corazón, nos resistamos a Dios y nos cerremos a su voz y a su amor. Con frecuencia prescindimos de Dios en nuestra vida, le damos la espalda y nos empeñamos en construir nuestra vida al margen o en contra de Él. A veces seguimos la mentalidad de un mundo que se opone al proyecto de Dios o nos dejamos llevar por la tentación del Maligno que pretende apartarnos de Dios. Es fácil también confundir las propias opiniones, los propios deseos con la voz de Dios en nosotros; es fácil caer en la subjetividad y en la arbitrariedad, apartándose de la verdad de la Palabra de Dios que nos llega a través de su Iglesia.
Volvamos la mirada y el corazón a Dios, dejémonos encontrar por su amor misericordioso y vivamos en adhesión amorosa a Dios y a sus mandamientos, y así el amor al prójimo y a toda la creación. No nos cansemos de orar, porque nadie se salva sin Dios. No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida; el ayuno cuaresmal fortalece nuestro espíritu en la lucha contra el pecado. No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia, porque Dios no se cansa de perdonar. No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos lleva a toda clase de mal. Y no nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo.
En medio de tanto ruido hagamos silencio en nuestro interior y escuchemos la voz de Dios. Dios nos ofrece un año más un tiempo de gracia y de salvación. Cristo Jesús, muerto y resucitado para la Vida del mundo, es nuestra Esperanza.
El próximo viernes 7 de marzo, a las 21:00 horas, la Concatedral de Santa María de Castellón acogerá la Vigilia Diocesana de Jóvenes, presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente. La Delegación para la Infancia y la Juventud organiza este encuentro en colaboración con HAKUNA Castellón, enmarcándolo dentro del Jubileo «Peregrinos de la esperanza».
Bajo el lema «¿Esperas o hesperas?», los jóvenes serán invitados a profundizar en el verdadero sentido de la esperanza cristiana, poniendo sus vidas a los pies de Jesús Eucaristía. Se trata de una oportunidad para compartir la fe, crecer en comunión y vivir un momento de oración en comunidad.
Tras la vigilia, los asistentes podrán compartir la cena en el claustro de la Concatedral. Se invita a los participantes a llevar su bocadillo, mientras que la organización ofrecerá la bebida y un picoteo.
Desde la Delegación animan a los grupos de adolescentes y jóvenes a participar en esta celebración, que será un espacio de encuentro con Cristo y con la comunidad diocesana.
“Jubileo de los trabajadores y trabajadoras: Un tiempo para la esperanza en el mundo del trabajo” fue el título de la videoconferencia que tuvo lugar el jueves 13 de febrero organizada por la Coordinadora de la Pastoral del Trabajo de la Comunidad Valenciana.
La moderación estuvo a cargo de Xaro Castelló, militante de la HOAC de la diócesis de Segorbe-Castellón. Como ponente intervino Gabriele Verga, responsable de la sección de Investigación y Reflexión del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral del Vaticano.
Gabriele presentó el Jubileo 2025 como acontecimiento de gracia y de renovación espiritual para toda la Iglesia, un momento para “mirarnos a la cara”, entrar en relación con el Señor para pensar y vivir los desafíos de esta sociedad. Insistió en que la propuesta que se nos hace es una invitación a la renovación “al interior de la Iglesia y a lo social”. Lo reforzaba con las palabras del papa Francisco en la bula de convocatoria del Jubileo de la esperanza: “la comunidad cristiana no se puede quedar atrás en su apoyo a la necesidad de una alianza social para la esperanza”.
La Iglesia nos está pidiendo salir de nosotros, mirar lo que tenemos alrededor y conectar con quienes han perdido la esperanza. “Donde no hay trabajo, no hay esperanza”. Es momento de renovar nuestra fe, como elemento útil para vivir mejor, nosotros y con otros. Hemos de hacer de la Iglesia una comunidad que responda a los retos a que se enfrenta todos los días animándola a entrar en diálogo con la misma sociedad.
En un segundo momento Gabriele habló del trabajo como elemento clave. Desde esa invitación a entablar un diálogo con nuestra sociedad poniendo sobre la mesa los problemas sociales incidió en la necesidad de reorientar el trabajo teniendo en cuenta la centralidad de la persona humana, la lucha por las desigualdades en un mundo donde cada vez más los pobres y los trabajadores no consiguen tener un trabajo digno, los ritmos frenéticos de vida que no permiten algo más (compartir en familia, cuidar nuestro entorno, nuestra espiritualidad…) que el trabajo… Alrededor del trabajo surgen muchas cuestiones importantes que es necesario empezar a debatir y el Jubileo también es una oportunidad para ello, dijo el ponente.
Vivimos en un mundo en el que se impone el miedo, la duda, el pesimismo y el temor, que nos aíslan y nos bloquean. La esperanza nos permite ganar al miedo. En respuesta a ello Gabriele fue dibujando unos trazos, unas líneas de acción sin perder de vista que desde las periferias se entiende mejor el mundo, allí es posible encontrar las semillas que hacen germinar las nuevas realidades y una sociedad más justa. Necesitamos salir de nosotros y el primer paso es escuchar, dialogar, encontrarse con, involucrar a los afectados, para buscar junto a ellos las respuestas posibles. Ese paso también implica una cadena de acompañamiento cálida, romper el aislamiento, conectar, conocer, crear puentes. También remarcó la importancia de poner en valor los pequeños proyectos y experiencias desde lo local, replicando aquello que ya funciona en el máximo número de lugares posibles. Y no tener miedo al fracaso, porque es un paso más en el aprendizaje. Buscar sinergias y alianzas, en el interior de la Iglesia, también en lo social, incluso con aquellas personas que consideramos que no están actuando bien, porque hablando podemos dar pasos, abrir procesos y lograr compromisos.
El diálogo posterior enriqueció todavía más esta experiencia compartida en la videoconferencia y nos emplazamos a las actividades que cada una de las diócesis valencianas realizará con motivo del jubileo de los trabajadores y trabajadoras que tendrá lugar entre el 1 y el 4 de mayo de este año.
En el marco de la Semana del Enfermo que se celebra en la Diócesis de Segorbe-Castellón, el próximo domingo 16 de febrero tendrá lugar una Misa Blanca en la capilla del Hospital de la Magdalena de Castellón. La celebración, que comenzará a las 18:00 horas, está organizada por la Pastoral de la Salud y está dirigida especialmente a los profesionales sanitarios y a los enfermos.
Se invita a todos los profesionales de la salud a asistir con su uniforme de trabajo, como signo de unidad y compromiso con su vocación de servicio. Esta Misa Blanca busca ser un momento de encuentro en el que se reconozca la labor de quienes dedican su vida al cuidado de los enfermos, al mismo tiempo que se pide por su fortaleza y esperanza.
La celebración se enmarca dentro de la Campaña del Enfermo de este año, cuyo lema es “En esperanza fuimos salvados” (Rom 8,24), en consonancia con el Jubileo 2025. Esta campaña, que se inició el pasado martes día 11 de febrero con la Jornada Mundial del Enfermo y culmina el 5 de mayo con la Pascua del Enfermo, busca recordar que la esperanza cristiana es fuente de consuelo y fortaleza para quienes atraviesan la enfermedad y para quienes los acompañan.
El papa Francisco, en su mensaje para esta Jornada, ha subrayado que «la esperanza no defrauda y nos hace fuertes en la tribulación», animando a vivir este tiempo con confianza en Dios. En este contexto, la Iglesia en España ha propuesto materiales de formación y reflexión para profundizar en el significado del Jubileo y la esperanza cristiana, con el objetivo de ser instrumentos de alegría y consuelo para los enfermos.
La Pastoral de la Salud de la Diócesis invita a todos los fieles a participar en esta Misa Blanca, un gesto de cercanía y apoyo a quienes atraviesan momentos difíciles a causa de la enfermedad.
La parroquia de Llucena acogió el II encuentro de confirmandos de todo el arciprestazgo que tuvo lugar el pasado sábado 8 de febrero (cuya primera edición tuvo lugar el pasado año en Sant Joan de Moró). Cincuenta jóvenes de todas las parroquias se reunieron en Llucena para disfrutar de una mañana de convivencia y fraternidad que comenzó en la ermita de San Vicente Ferrer de la localidad.
Tras las palabras de bienvenida del arcipreste mosén Pepe Aparici, el cura encargado de Llucena, mosén Héctor Gozalbo, animó a todos los jóvenes a disfrutar de «una jornada de amistad, para que quienes os preparáis para recibir el Sacramento, os conozcáis mejor y podáis compartir una mañana no sólo de reflexión sino también de oración».
Y concluyó hablando sobre la «ESPERANZA» (recordando el lema del Jubileo de la Iglesia para este año) y poniendo a San Vicente Ferrer, como ejemplo de esperanza para su época y también para la nuestra. Después de rezar todos juntos la oración del Jubileo, los jóvenes escucharon el ejemplo de una joven de l’Alcora, que forma parte de los grupos «Effetá» y que contó en primera persona lo que para ella han significado estos retiros y como gracias a ellos ha podido encender (de nuevo) la llama de la Fe.
Tras su testimonio y algunas preguntas, marcharon todos juntos a pie desde la ermita dedicada al santo dominico hasta la parroquia. En los salones parroquiales compartieron un almuerzo de fraternidad y después en la capilla de la Comunión de la iglesia tuvieron un rato de reflexión y oración.
El Delegado Diocesano para la Catequesis y el Catecumenado y también para la Enseñanza, mosén Juan Agost; les animó durante su intervención a que se preguntaran: ¿Cuál es el sueño que Dios/Jesús ha pensado para mí?. Y comenzó constatando que la gente «se mueve» (motivación) por lo que sueña. Seguidamente se llevó a cabo un juego que les hizo pensar, en cuales son sus sueños (la caja de sueños que tú tienes en tu corazón).
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A continuación, se leyeron algunas de las palabras de Jesús sobre su proyecto, lo que Él sueña para nosotros: «Amaos como yo os he amado», «vosotros sois mis amigos», «soy yo quien os he elegido»… y terminaron pidiendo al Señor el «dejarnos atraer/mover por Él» y «no por los hilos de este mundo». Al final, mosén Juan Carlos Vizoso expuso el Santísimo Sacramento y hubo unos minutos de oración, que concluyeron con la bendición.
La mañana acabó con la visita a la Torre de L’Oró de Llucena (restaurada el pasado año) y que durante las guerras carlistas tuvo un protagonismo especial. Desde este lugar se aprecian unas vistas impresionantes del municipio de Llucena y de sus alrededores, que todos pudieron disfrutar. Tanto los jóvenes confirmandos como los catequistas y los sacerdotes de las distintas parroquias del arciprestazgo compartieron allí una comida de fraternidad.
El pasado sábado 8 de febrero, la Diócesis de Segorbe-Castellón celebró una Vigilia de Oración y Reflexión con motivo de la XI Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, organizada por el Secretariado para las Migraciones y la Movilidad Humana junto a Cáritas Diocesana. Esta Jornada, celebrada en toda la Iglesia, coincide con la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, una mujer esclavizada que, tras ser liberada, encontró a Jesucristo y dedicó su vida a la lucha contra la trata.
La Vigilia, que tuvo lugar en la Concatedral Santa María de Castellón, fue presidida por D. Juan Crisóstomo Nangagahigo, Director del Secretariado. Durante la celebración, se reflexionó sobre la urgente necesidad de erradicar la trata de personas, un fenómeno complejo que afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente a mujeres y niños, sometidos a explotación sexual, laboral y otras formas de esclavitud.
Bajo el lema «Embajadores de la esperanza: juntos contra la trata de personas», la jornada invitó a todos los asistentes a ser agentes activos en la lucha por la dignidad humana, en sintonía con la llamada del Papa Francisco. El evento se enmarcó en este Año Jubilar “Peregrinos de Esperanza”, cuyo proyecto social para 2025 tiene como eje principal la sensibilización y acción frente a la trata de personas.
La vigilia contó con la participación de fieles de toda la Diócesis, quienes unieron sus voces y oraciones en un acto de solidaridad con las víctimas de la trata. A lo largo de la celebración, se profundizó en la importancia de la oración, la reflexión y el compromiso personal y comunitario en la lucha contra esta grave realidad.
Este año, el proyecto social del Jubileo 2025 continuará enfocándose en la sensibilización sobre la trata de personas, con el objetivo de movilizar a toda la comunidad cristiana para erradicar esta forma de esclavitud moderna y promover un mundo más justo y humano.
El próximo acto, un video-fórum sobre el documental «Irioweniasi. El hilo de la luna», será el próximo miércoles, día 12 de febrero a las 19:00 h. en los salones de Santa María, Castellón.
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