El primer domingo de julio y cercana la fiesta de San Cristóbal, el 11 de julio, celebramos en la Iglesia en España la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. La Iglesia nos invita a tomar conciencia del significado del tráfico y de la urgente necesidad de esmerar nuestra responsabilidad y prudencia en la carretera y en la calle. No podemos, en efecto, ignorar que nuestras imprudencias pueden causar desgracias.
En estos días, muchas personas se desplazan de un lugar a otro para iniciar sus vacaciones o regresar de ellas; y miles de personas lo siguen haciendo diariamente por motivos laborales y sociales. Cuando nos ponemos en camino, tenemos la esperanza de llegar felizmente a nuestros destinos. Pero esto, por desgracia, no siempre sucede así. Es cierto que el número total de accidentes y de víctimas mortales ha descendido en los últimos años. Con todo es preciso redoblar los esfuerzos por parte de conductores y peatones así como desde todas las instancias públicas y privadas para seguir reduciendo los accidentes. No está de más recordar las consecuencias graves de los accidentes viales, sean de tipo personal y familiar (heridos y muertos) o de tipo económico y social (daños materiales, hospitales, medicamentos, incapacidad laboral).
El lema para la Jornada de este año son las palabras de Jesús en el discurso de despedida de sus discípulos: “Yo soy el camino y la verdad y la vida” (Jn 14,6). De estas palabras se derivan consecuencias para nuestro comportamiento en el tráfico, como explican en su mensaje los obispos de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad humana.
Jesús se presenta como ‘el camino’. No es un camino cualquiera, sino el único camino que nos lleva al Padre (cf. Jn 14,6) y que nos conduce también a la relación y convivencia fraterna y responsable con nuestros semejantes. Caminar con Jesús obliga a ser buen conductor o peatón; es decir, a ser responsables, cumplidores de las normas de tráfico y respetuosos con los demás no por miedo a la multa sino por amor a Dios y al prójimo. Caminar con Jesús obliga también a no pasar de largo ante una necesidad de mi prójimo y hacer agradable el viaje de los que comparten el vehículo.
Jesús es ‘la verdad’. Caminar con Jesús pide amar la verdad y la sinceridad cuando se trata de averiguar quién y cómo se produjo un siniestro. En casos así, donde parece que la verdad o la mentira tienen el mismo valor, no podemos olvidar las palabras de Jesús: “la verdad os hará libres” (Jn 8,32).
“Yo soy la vida”, dice Jesús. El mayor tesoro que hemos recibido de parte de Dios es la vida, llamada a la plenitud. Pero somos muy frágiles. Al menor descuido podemos perder la vida o la salud. Por eso debemos cuidarlas y tratarlas con mucho respeto y dedicación. Cuando conducimos un vehículo, solos o en compañía, o cuando somos peatones, no podemos olvidar en ningún momento la grave responsabilidad que tenemos de cuidar la vida propia y la de los demás. Amar y respetar la vida propia y la ajena, para un conductor o peatón, equivale a permanecer atento a la conducción y al tráfico, respetando en todo momento las normas de tráfico sin ser un peligro para nadie.
Conducir y transitar bien implica saber ‘convivir’, saber vivir con otros. Esto pide de todos hacer que la carretera y la calle sean más humanas. El automovilista o el peatón nunca están solos. Conducir un vehículo o transitar son, en el fondo, una manera de relacionarse, de acercarse y de integrarse en una comunidad de personas. Esto pide de todos, respeto, prudencia, espíritu de servicio, conocimiento de las normas del código de circulación y estar dispuesto a prestar una ayuda desinteresada a quien la necesita.
Conducir quiere decir también no dejarse llevar por los impulsos. Hemos de cultivar el autocontrol y dominio de sí para evitar los daños que se pueden causar a la vida y a la integridad de las personas y de las cosas. Nuestra actitud en el tráfico debería ser mantener en todo momento prudencia y atención. La mayor parte de los accidentes es provocada por falta de atención o por imprudencias. La prudencia es una de las virtudes más necesarias e importantes en relación con el tráfico. Desde luego, no se comporta con prudencia el que se distrae con el móvil, el que conduce a una velocidad excesiva, o el que conduce bajo los efectos del alcohol u otras sustancias.
Aprovecho la ocasión para desear a todos los conductores y personas relacionadas con el tráfico una feliz fiesta de San Cristóbal.
La parroquia de Santa Joaquina de Vedruna de Castellón acogió el domingo pasado, día 9 de junio, una Misa de envío a la misión, presidida por el párroco y Director del Secretariado diocesano para las Migraciones, D Juan Crisóstomo, en una iniciativa de la “Asociación Cultural Ameafrica” con el apoyo de la Delegación diocesana para las Misiones y la Cooperación con las Iglesias.
Tres personas de la Diócesis han partido hoy mismo rumbo a Kenia, para desarrollar su misión en una parroquia de la Congregación del Verbo Divino, donde colaborarán en el dispensario y ayudarán en una escuela de Primaria, realizando talleres y llevando material escolar recogido previamente en los colegios castellonenses Madre Vedruna Sagrado Corazón y Ramiro Izquierdo, y en el Colegio Fundación Flors de Vila-real. También llevan material deportivo donado por el C. D. Castellón y por el Villarreal C. F.
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Del mismo modo, otro de grupo de 9 personas viajará el día 15 de julio a Luwero, en Uganda, para desarrollar su misión junto a la Congregación de los Apóstoles de Jesús y a las Hermanas de la Evangelización, llevando también, como el grupo que estará en Kenia, material escolar y deportivo.
Este jueves 6 de junio a las 19 h., la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la Diócesis de Segorbe-Castellón ha organizado el diálogo “El trabajo decente en la marina mercante”.
El acto se realizará en Stella Maris, sede del Apostolado del Mar diocesano (Av. Ferrandis Salvador, s/n) en el Grao de Castellón. Este nuevo encuentro se enmarca en la campaña “Cuidar el trabajo, cuidar la vida” que este movimiento de trabajadoras y trabajadoras cristianas está desarrollando.
Stella Maris, Apostolado del Mar es la organización internacional de la Iglesia Católica, cuyo objetivo es ofrecer a la gente trabajadora del mar, a través de sus centros, la atención humana y pastoral específica a la gente del mar y para sostener el esfuerzo de las personas que, de una manera voluntaria, se sienten llamadas a dar testimonio en ese ambiente específico y en su entorno más inmediato social y familiar.
Según informa este apostolado del mar diocesano, unos 30.000 marinos llegan anualmente a los muelles mercantes. Una vez pisan tierra firme se les prestar servicio de visita, información, asesoramiento, esparcimiento y soporte espiritual. Los marinos que conocen el proyecto de Stella Maris en el mundo la consideran su propia casa.
En el último Congreso Mundial de este apostolado del mar, realizado en octubre de 2022, el papa Francisco denunció las condiciones de trabajo “injustas” de los trabajadores marítimo que facilitan el trasporte de mercancías, del que depende el 90% del comercio mundial.
“A pesar de los avances tecnológicos, muchos trabajadores marítimos están sujetos no solo a los desafíos asociados con la separación de sus países de origen, sino que también siguen sufriendo una serie de condiciones de trabajo injustas y otras privaciones, agravadas, entre otras cosas, por los efectos del cambio climático”, dijo el Papa.
Con el inicio del mes de junio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por los que huyen de su país: “Oremos para que los migrantes que huyen de las guerras o del hambre, obligados a viajes llenos de peligro y violencia, encuentren aceptación y nuevas oportunidades de vida en sus países de acogida”.
En su discurso a los participantes en un encuentro organizado por la “Fraterna Domus” de Sacrofano, Francisco decía lo siguiente:
La acogida es una expresión del amor, de ese dinamismo de apertura que nos impulsa a poner la atención en el otro, a buscar lo mejor para su vida (cf. FT, 91-94) y que en su pureza está la caridad infundida por Dios. En la medida en que está impregnada por esta actitud de apertura y acogida, una sociedad se vuelve capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos que por diversas razones son “extranjeros existenciales” o “exiliados ocultos”, como a veces, por ejemplo, se encuentran las personas con discapacidad o los ancianos (cf. FT, 97-98). Sobre este aspecto del amor la referencia fundamental es la primera Encíclica de Benedicto XVI Deus caritas est (25 de diciembre de 2005).
El segundo pasaje que os propongo de Fratelli tutti es el número 141. Lo cito completo: «La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no sólo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente en las épocas críticas. Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores. Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro». Estamos en el capítulo cuarto, titulado «Un corazón abierto al mundo entero», ahí donde se habla de la «gratuidad que acoge» (cf. nn. 139-141). El aspecto de la gratuidad es esencial para generar fraternidad y amistad social. Para vosotros subrayo la última frase: «Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro» (n. 141). La acogida gratuita. A menudo se habla de la aportación que los migrantes dan o pueden dar a las sociedades que los acogen. Esto es verdad y es importante. Pero el criterio fundamental no está en la utilidad de la persona, sino en el valor en sí que esta representa. El otro merece ser acogido no tanto por lo que tiene, o que puede tener, o que puede dar, sino por lo que es.
Siempre me ha llamado la atención, en el Antiguo Testamento, la recurrencia —en los profetas, en los Libros históricos— de las tres personas por las que se debe tener una atención especial: la viuda, el huérfano y el migrante. Y se repite en el Deuteronomio, en el Éxodo —en el Éxodo no tanto, pero en el Deuteronomio— en el Levítico se repite esto: la atención, el cuidado por las viudas, por los migrantes, por los huérfanos. Es recurrente. Por ejemplo: “si tú estás segando, no pases otra vez: lo que se queda ahí, que sobra ahí, déjalo para la viuda, el huérfano, el migrante”. Siempre está esto. Es importante retomar esta tradición de la acogida, del modo de acoger a aquellos que no tienen y que viven una situación difícil.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los padres cristianos, para que fieles a los compromisos que adquirieron en el bautismo de sus hijos, sepan transmitirles la fe y hacer de sus hogares auténticas iglesias domésticas, abiertos generosamente a las necesidades de todos.”
Una familia cristiana es una ‘iglesia doméstica’ (LG 11), o una iglesia en pequeño, como decía San Juan Crisóstomo. Es y vive como una comunidad de fe, de esperanza y de amor; una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite la fe. La familia comparte con Dios creador la obra de procrear y educar a los hijos. En ella se vive la comunión entre las personas, al igual que Dios Trino y la Iglesia y hay entrega desinteresada por el otro. Se comparten penas y alegrías. Se comprenden las dificultades, las limitaciones y los esfuerzos de sus miembros; se convive dialogando, comiendo o saliendo juntos.
La familia cristiana escucha la Palabra de Dios, sus miembros oran juntos y juntos participan en la Eucaristía los domingos en su comunidad parroquial, ‘familia de familias’. En la familia se aprende a rezar en los momentos de alegría y de dificultad. Al igual que Jesús y la Iglesia, la familia cristiana anuncia la Buena Nueva: en primer lugar, a sus hijos y a miembros, y luego en su entorno y más allá del mismo. Por eso la familia cristiana también es misionera y siente el deseo anunciar el Evangelio y transmitir el amor de Dios a otras personas. La familia cristiana se pone al servicio de la caridad, especialmente hacia los más necesitados. Cuando el Espíritu de Dios vive en la familia, no se queda ni se cierra en sí misma. Es testimonio de vida con la palabra y el ejemplo.
Los padres sois los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. En virtud del sacramento del matrimonio, los padres cristianos sois los primeros responsables de la transmisión de la fe a vuestros hijos mediante el testimonio de vida, mediante la escucha de la Palabra de Dios y la oración en familia, mediante vuestra inserción en la vida de la Iglesia en la propia parroquia y vuestro compromiso en la iniciación cristiana de vuestros hijos. Hablad a vuestros hijos de Dios y de Jesús. Ningún otro anuncio es tan importante para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y la oración familiar.
«Caminando por la dignidad: escuchar, soñar, actuar» es el lema de la X Jornada Mundial de Oración y reflexión contra la Trata de Personas 2024, que celebramos hoy coincidiendo con el día en que la Iglesia celebra la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita.
Por ello, el Secretariado diocesano de Movilidad Humana ha organizado una Vigilia de Oración y Reflexión Contra la Trata, esta tarde a las 20:00 h. en la parroquia de la Sagrada Familia de Castellón. Según explica el Director del Secretariado, D. Juan Crisóstomo Nangagahigo, “se trata de una jornada en la que estamos todos invitados a rezar por nuestros hermanos y hermanas, explotados de muchas formas”.
Materiales para la Jornada
El departamento de Trata de la CEE ha preparado diversos materiales para la celebración de este Día: una revista, que incluye el mensaje del obispo presidente de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad humana y responsable del departamento de Trata de personas, Mons. Juan Carlos Elizalde, además de testimonios y experiencias desde el acompañamiento a esta realidad. Y, como novedad, este año han creado un perfil en la red social X (antes Twitter) denominado @bakhitaspain, donde se podrán encontrar noticias y recursos sobre el tema de Trata de personas.
Las entidades y organizaciones católicas que promueven la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) nos sumamos a la Jornada Mundial por el Trabajo Decente del 7 de octubre, convocando durante estas semanas gestos, actos públicos, vigilias y eucaristías. Con esta iniciativa la Iglesia pretende hacer un llamamiento a todos los agentes que participan en la legislación y organización del trabajo a reflexionar y a tomar las medidas necesarias para que el trabajo decente sea un trabajo saludable. Un trabajo decente y saludable en todos los países y para todas las personas.
Este año queremos hacer especial hincapié en la importancia que tiene la seguridad en los lugares de trabajo, de acuerdo con nuestro lema de este año: “Un Trabajo Decente tiene que ser un Trabajo Saludable”. Nos preocupa la situación precaria de muchas personas trabajadoras de nuestro país, centrándonos en que la siniestralidad en el trabajo aumenta en lugar de disminuir y esta triste lacra hemos de hacerla visible. Con motivo del 28 de abril (Día de la Seguridad y la Salud en el Trabajo) la Iglesia también alzó su voz preocupada a través del documento “Un trabajo que cuida”, que indica “la falta de salud laboral como un problema social que requiere de soluciones colectivas”.
Por todo esto, los movimientos impulsores de esta Iniciativa, seguimos demandando un trabajo en el que no sufra nuestra salud, y exigimos, junto a otros colectivos de trabajadores, la implantación y el cumplimiento de los medios de prevención de riesgos laborales que defiendan la vida de los trabajadores y las trabajadoras.
En la Diócesis de Segorbe-Castellón celebraremos una Eucaristía presidida por nuestro Obispo Don Casimiro López, el jueves 5 de octubre en la parroquia de San Pedro del Grao de Castellón, a las 19 horas.
Además, realizaremos un gesto con el lema de “Avanzamos por el Trabajo Decente”. Consiste en que, hasta el próximo 7 de octubre, salgas a caminar o a correr con el dorsal que adjuntamos (7-10-23) y te hagas una foto. Haznos llegar tu foto junto con los kilómetros recorridos a través del correo electrónico difusio.hoac.cs@gmail.com. También puedes compartirlo en tus redes sociales con el hastag #AvanzamosXelTrabajoDecente.
Este es el octavo año consecutivo que la Iglesia de Castellón participamos en esta iniciativa coordinada por las siguientes entidades: Cáritas Diocesana, la Conferencia Española de Religiosos y Religiosas (CONFER), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER), el Secretariado Diocesano de Pastoral del Trabajo, el Secretariado Diocesano de Migraciones y el Secretariado del Apostolado del Mar Stella Maris.
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